No les molesta caminar por las peatonales o las plazas en medio de la suciedad. Si les entregan un volante, antes de llegar al cesto papelero lo arrojan al suelo. La costumbre de los tucumanos de tirar papeles en la vía pública es tan cotidiana que ha perdido la connotación negativa. Está prohibida por ordenanza, pero nunca hubo sanciones para esta conducta desaprensiva. Faltan controles y campaña de concientización, dicen los expertos. Para los funcionarios, es una cuestión cultural difícil de revertir. Las consecuencias de esta actitud se magnifican en festejos como los que se vivieron este fin de semana en los espacios públicos. Sólo en el parque 9 de Julio y sus alrededores se acumularon 75 toneladas de basura, cuando en un fin de semana corriente se levantan cinco toneladas. En la plaza Independencia se llenaron 600 bolsones con residuos desparramados. La falta de limpieza dice mucho sobre una sociedad y es la primera imagen que se lleva el turista.